La sección de Homicidios y Desaparecidos refuerza los trabajos para dar con el paradero del joven, del que no se tienen noticias desde el 27 de diciembre
Agentes especializados de la Sección de Homicidios y
Desaparecidos de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y
Violenta (UDEV), de Madrid, se han unido al Cuerpo Nacional de Policía
de Asturias en los trabajos de investigación de la desaparición de
Cristian González Cueli, del que no se tienen noticias desde el 27 de
diciembre.
La complejidad del caso -calificado como «muy inquietante»-
ha motivado el refuerzo por parte del grupo especializado en
desapariciones, que ha intervenido, entre otros muchos, en el caso de
los niños Ruth y José de Córdoba y en el secuestro de Anabel Segura. Los
trabajos tratan de dilucidar si se trata de una fuga voluntaria o en
una ausencia por voluntad ajena. Su entorno más próximo ha sido
interrogado en varias ocasiones, así como otros testigos que habrían
aportado una versión distinta a la de sus familiares, quienes aseguran
que el joven acudió a cobrar una deuda a un taller en el Alto de la
Madera y no regresó a su domicilio. Sin embargo, un vecino suyo ha
declarado que esa misma noche lo vio en el edificio de la plaza de Sara
Suárez Solís en el que ambos residen.
Por su parte, el propietario del taller al que Cristian
acudió la noche del jueves 27 de diciembre a cobrar un dinero que le
había prestado meses antes, aseguró que le había pagado la deuda y que
lo había llevado en su coche a Pola de Siero, donde «le esperaban» para
hacer otros negocios. El coche del desaparecido quedó aquel día en el
taller «para ser reparado».
Tres días después, la familia y los amigos comenzaron a
buscarlo infructuosamente por la inmediaciones del negocio de la Madera.
Desde el primer momento se pusieron en lo peor. «Estamos convencidos de
que algo malo le ha tenido que pasar porque Cristian no se iría de
forma voluntaria. Le han tenido que hacer algo», comentaron entonces.
Préstamos a conocidos
El préstamo de dinero a conocidos era una práctica habitual
de Cristian, pintor de profesión y aficionado a los coches caros y al
cuidado personal. «Manejaba mucho dinero desde pequeño por herencia y en
bastantes ocasiones había realizado préstamos», comentan quienes lo
conocen. El negocio de pintura de brocha gorda que regenta contrastaba
el alto nivel de vida que venía manteniendo.
No se trata de una persona que pase inadvertida. A lo largo
de su vida ha tenido coches Ferrari, Lamborghini y Porsche, además de
otros utilitarios más modestos con los que se desplaza habitualmente.
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