Más de 500 líneas de investigación avalan el trabajo de los agentes que llevan cuatro años y medio intentando dar con el paradero de la joven Sara Morales, que desapareció en el barrio en la capital grancanaria el 30 de julio de 2006. Su familia ya vive su quinta Navidad sin la joven.
"Para dar con Sara necesitamos tener la suerte que nos ha faltado en estos cuatro años y medio, y puede que cuando resolvamos el caso, todos nos sorprendamos porque el culpable puede estar a nuestro lado», asegura el inspector César Fernández, jefe del Grupo de Homicidios de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Las Palmas.
Y es que la investigación ya comenzó con mal pie. «Un fallo técnico de la compañía telefónica hizo que no se pudiera rastrear el móvil de la chica. Si entonces hubiéramos sabido qué repetidor registró la última posición en la que su teléfono dejó de tener cobertura, al menos habríamos tenido una zona por la que empezar a buscar», recuerda Fernández. «Por ese problema, rastreamos a ciegas».
Según el inspector, la última vez que se vio a Sara fue a las tres de la tarde de ese 30 de julio, en la parada de la guagua de la salida del Centro Comercial La Ballena. «Los testigos nos aseguraron que estaba tranquila y en actitud de espera. Desde ese momento, no se sabe nada de ella».
Los agentes del Grupo Especial de Sara, que ahora están unidos al Grupo de Homicidios llevan cuatro años y medio de rastreos y han desarrollado más de quinientas líneas de investigación. «La labor sigue su curso y en estos momentos, tenemos pendientes dos pistas procedentes de llamadas de ciudadanos que analizaremos antes de fin de año. Una de ellas se refiere a un sospechoso al que debemos tomar declaración y otra es el rastreo en una zona en la que aseguran haberla visto. Además, el grupo sigue investigaciones propias que están abiertas».
Las últimas pesquisas llevaron a los agentes a Tenerife, para interrogar a un hombre de unos 30 años que aseguraba por Internet que era el novio de Sara y que la joven estaba viviendo con él. «Fue una alarma falsa. El individuo usaba esa treta para hacerse el interesante ante las chicas con las que chateaba. Pero nosotros seguimos investigando todas las pistas que nos llegan. Incluso las de menores que aseguran que son Sara y que vayamos a buscarlas. Sabemos que son poco creíbles, pero las atendemos todas hasta el límite».
A este respecto, el inspector detalla que desde hace medio año, la colaboración ciudadana ha mermado mucho. «Son ya muchos años y la gente se olvida. Por eso hago un llamamiento a los canarios para que nos ayuden, para que llamen y nos den todos los datos que posean», afirma Fernández. «Nosotros seguimos trabajando con los mismos ánimos, pero estoy convencido de que hay alguien que vio algo o que ha escuchado algo que es crucial para resolver el caso y no se atreve a contarlo por miedo o por no meterse en problemas. Ese es el testigo clave que buscamos y que no ha aparecido en estos cuatro años»."
Fuente
"Para dar con Sara necesitamos tener la suerte que nos ha faltado en estos cuatro años y medio, y puede que cuando resolvamos el caso, todos nos sorprendamos porque el culpable puede estar a nuestro lado», asegura el inspector César Fernández, jefe del Grupo de Homicidios de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Las Palmas.
Y es que la investigación ya comenzó con mal pie. «Un fallo técnico de la compañía telefónica hizo que no se pudiera rastrear el móvil de la chica. Si entonces hubiéramos sabido qué repetidor registró la última posición en la que su teléfono dejó de tener cobertura, al menos habríamos tenido una zona por la que empezar a buscar», recuerda Fernández. «Por ese problema, rastreamos a ciegas».
Según el inspector, la última vez que se vio a Sara fue a las tres de la tarde de ese 30 de julio, en la parada de la guagua de la salida del Centro Comercial La Ballena. «Los testigos nos aseguraron que estaba tranquila y en actitud de espera. Desde ese momento, no se sabe nada de ella».
Los agentes del Grupo Especial de Sara, que ahora están unidos al Grupo de Homicidios llevan cuatro años y medio de rastreos y han desarrollado más de quinientas líneas de investigación. «La labor sigue su curso y en estos momentos, tenemos pendientes dos pistas procedentes de llamadas de ciudadanos que analizaremos antes de fin de año. Una de ellas se refiere a un sospechoso al que debemos tomar declaración y otra es el rastreo en una zona en la que aseguran haberla visto. Además, el grupo sigue investigaciones propias que están abiertas».
Las últimas pesquisas llevaron a los agentes a Tenerife, para interrogar a un hombre de unos 30 años que aseguraba por Internet que era el novio de Sara y que la joven estaba viviendo con él. «Fue una alarma falsa. El individuo usaba esa treta para hacerse el interesante ante las chicas con las que chateaba. Pero nosotros seguimos investigando todas las pistas que nos llegan. Incluso las de menores que aseguran que son Sara y que vayamos a buscarlas. Sabemos que son poco creíbles, pero las atendemos todas hasta el límite».
A este respecto, el inspector detalla que desde hace medio año, la colaboración ciudadana ha mermado mucho. «Son ya muchos años y la gente se olvida. Por eso hago un llamamiento a los canarios para que nos ayuden, para que llamen y nos den todos los datos que posean», afirma Fernández. «Nosotros seguimos trabajando con los mismos ánimos, pero estoy convencido de que hay alguien que vio algo o que ha escuchado algo que es crucial para resolver el caso y no se atreve a contarlo por miedo o por no meterse en problemas. Ese es el testigo clave que buscamos y que no ha aparecido en estos cuatro años»."
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