Portada de 'V' en la que se anunciaba el número para los desaparecidos
El teléfono 116000 ha recibido 6.000 llamadas desde 2010 para alertar de la desaparición de un menor
Amber Hagerman era una niña de 9 años que paseaba
plácidamente en su bicicleta cerca del domicilio de sus abuelos en
Arlington, Texas. Ese día, 13 de enero de 1996, fue secuestrada. Dos
días después, degollada. Y al cuarto, un hombre que caminaba con su
perro halló el cadáver en un arroyo.
La madre de la niña reclamó al
Gobierno de Estados Unidos una legislación más severa y de aquella
petición nació la Alerta Amber, en homenaje a Amber Hagerman y, a su
vez, las siglas de America's Missing: Broadcasting Emergency Response,
un sistema de difusión de emergencias.
El punto de partida de Amber es un estudio del FBI que
asegura que si se localiza al menor antes de que discurran cuatro horas,
las posibilidades de que muera se reducen de forma considerable. Y en
virtud de esa premisa, este sistema difunde inmediatamente los datos del
desaparecido por radio y televisión, por paneles en carreteras y
aeropuertos, o a través de los teléfonos móviles e internet.
Amber es el eje del borrador -se prevé que pueda ser
aprobado este mismo año- del nuevo procedimiento de actuación de
búsqueda de menores en España, que acumula una veintena de casos sin
resolver. Estos días la pregunta es inevitable. ¿Alguno de nuestros
niños desaparecidos estará pasando el calvario de las chicas de
Cleveland?
El reciente rescate de Michelle Knight, Amanda Berry y Gina
de Jesus, borradas del mapa de esa ciudad norteamericana hace una
década, nos devuelve a la memoria nombres que duelen como los de Yeremi
Vargas, Sara Morales o Josué Monge. ¿Existen monstruos como el
secuestrador y violador Ariel Castro?
Al menos, desde 2010 contamos con una herramienta que
parece efectiva: el teléfono gratuito 116000, siempre operativo. Su
gestión fue cedida por el Ministerio del Interior a la Fundación Anar
(Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo), y está implantado en 13 países
europeos que comparten información. A nosotros nos costó un poco. Hasta
el punto que la UE nos sacó los colores. Hasta hace no mucho, aquí
había madres que repartían fotos de sus hijos por las comisarías para
que no se olvidaran de ellos.
El 116000 ha atendido 6.015 llamadas hasta el 31 de
diciembre del año pasado. Este servicio ha permitido identificar 359
casos por desaparición de un menor. La mitad de las veces el chaval se
había fugado; un tercio se debió a secuestros parentales, y uno de cada
diez se perdió entre el gentío en medio de una aglomeración.
Cuando un padre llama desbocado a Anar, esta asociación sin
ánimo de lucro deriva la denuncia al cuerpo policial pertinente
(Guardia Civil, Policía Nacional, Ertzaintza y Mossos d'Esquadra),
presta apoyo psicológico y jurídico a los familiares y promueve la
cooperación internacional. Fuentes policiales explican que, a la espera
de que se apruebe el nuevo sistema nacional de alerta, todos los casos
de desaparición de críos reciben el tratamiento de alto riesgo, algo que
no sucede con los adultos, que en función de la valoración también
pueden ser catalogados como de riesgo limitado.
La Guardia Civil, por ejemplo, introduce la información en
su polémica base de datos Sigo -hay quien considera que vulnera la ley
de protección de datos- para que, al instante, todas las patrullas
dispongan de ese material. La policía judicial deberá corroborar que
merece la condición de alto riesgo para iniciar la investigación: una
inspección ocular, recogida de imágenes del menor, obtención de huellas y
muestras de ADN.
'Cibervoluntarios'
Las familias afectadas también pueden apoyarse en
organizaciones como SOS Desaparecidos, que habla de 16.000 casos de toda
índole al año. Aunque desde el Ministerio del Interior señalan que
actualmente 'solo' hay 2.330 denuncias activas y recuerdan que las
cifras suelen ser tan elevadas porque la mayoría no retira la demanda
cuando el menor aparece. Esta asociación colabora fundamentalmente en la
difusión ciudadana gracias a una extensa red con más de 30.000
'cibervoluntarios'.
La forma de operar de la Policía Nacional es muy similar al
de la Guardia Civil y también cruza la base de datos de los cadáveres
con la de los desaparecidos. A pesar de que la mayoría de los casos son
meras gamberradas infantiles, su recomendación es siempre que, ante
cualquier indicio de que algo va mal, la familia llame de forma
inmediata: «Hay que actuar con tranquilidad pero sin pausa. Nunca van a
molestar: es nuestro trabajo».
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