16-11-2012
Ruth Ortiz, la madre de los pequeños Ruth y
José, rehúye cámaras y micrófonos. No es su medio. Pero hoy se
presentará ante unos pocos para lanzar una súplica al juez: que le
permita enterrar a sus hijos, cuyos restos están ya en poder del juez
instructor José Antonio Rodríguez Lainz, según confirmaron a ABC fuentes
de la investigación. Los huesos hallados en la hoguera de Las
Quemadillas han sido remitidos desde dependencias de la Comisaría
General de Policía Judicial al juzgado de Córdoba, una vez que se ha
concluido la imposibilidad de extraer ADN de los dientes de los pequeños
tanto por parte del Instituto Nacional de Toxicología como en el
laboratorio de ADN de Santiago de Compostela.
Ruth Ortiz leerá hoy un comunicado en
el despacho de su abogada, Reposo Carrero, en el que pedirá poder dar
sepultura a sus pequeños. La madre ha decidido dar ese paso, después de
que su letrada entregara un escrito al juez la semana pasada con el
mismo mensaje.
En ese escrito la abogada señala que
«no existe ningún obstáculo para que la familia materna pueda dar
sepultura a los mismos, al haber quedado acreditado por medio de la
abundante pericial practicada en las actuaciones que se trata de restos
de dos menores de dos y seis años de edad a los que únicamente falta
ponerles el nombre».
La letrada recalca que, dado que no
existe ninguna otra denuncia de desaparición de niños de esas edades, es
imposible imaginar que no se trata de los pequeños Ruth y José y echa
mano de otra casuística para fundar su argumento como el caso de los
naufragios. Recuerda que sólo José Bretón, el único imputado, es quien
lo niego y argumenta que eso no debe servir al juzgador a seguir
manteniendo el dolor de una familia por una treta jurídica.
Reposo Carrero, en su escrito, llama
la atención al juez sobre el deterioro de los restos debido a las
pruebas a las que han sido sometidos y explica que «nada podrían aportar
como pruebas de convicción a un jurado que no tiene por qué entender de
restos óseos».
La abogada deja claro en su petición
que, llegado el momento, se opondrá a que los restos de los pequeños
sean exhibidos en Sala para preservar la intimidad «tan violada ya en
estos momentos de los mismos». El argumento final es demoledor: Ruth no
merece un día más esta espera, primero para conocer el destino de sus
hijos, después para asistir a cómo iban de un laboratorio a otro para
finalmente saber que se encuentran depositados en la estantería de un
juzgado. «Merecen que descansen en paz». Ese es el mensaje que Ruth
lanzará hoy.
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