La grabación del último interrogatorio al padre de los niños Ruth y José muestra a una persona altiva que se encara al juez instructor, a quien acusa de "elucubrar"
19.05.2012
"No quiero entrar en debate con usted", le dice el magistrado José Luis Rodríguez Lainz al padre de los niños desaparecidos en Córdoba, José Bretón, en un momento del interrogatorio que se produjo el pasado 2 de mayo. Lejos de mostrarse compungido o de agachar la cabeza, Bretón lo reta: "Porque lo perdería". La secuencia del interrogatorio, que ayer desveló el matinal de Antena 3 Espejo Público, retrata a un individuo soberbio y altanero, que no duda en exhibir su chulería ante el magistrado que dirige la investigación para encontrar a sus hijos, los pequeños Ruth y José.
"Siempre quiere pinchar y ver qué saca", le dice Bretón al magistrado, molesto, en un momento de la extensa comparecencia, que se prolongó durante dos horas entre reproches del procesado a los agentes y al propio juez, a quien llega a afear las "elucubraciones" que realiza en sus autos. Las resoluciones de Rodríguez Lainz sobre el caso de los niños desaparecidos empiezan a ser reconocidas por su precisión matemática, basadas en indicios, para desmontar la versión monolítica del sospechoso.
Al entrar en la sala de vistas, las cámaras captan cómo Bretón se dirige a la silla y tuerce el cuello, en un gesto que puede interpretarse como una preparación para lo que vendrá a continuación. Los agentes le quitan los grilletes, pero Bretón, que sube el tono de voz pero se mantiene casi inmóvil, apenas las mueve. Sus respuestas son cortas, casi monosílabos, y la mayoría de las veces para reprochar la propia pregunta.
Bretón corrige, incluso, un escrito de su puño y letra encontrado por la Policía. La fiscal del caso lee la nota en voz alta para que ofrezca una explicación: "Tal vez prefiero hacer daño antes de que me lo hagan". "Para nada pienso así", dice Bretón. "Que me demuestren algún gesto de venganza a alguien que haya intentado hacer alguna vez. Ni me lo imagino", dice. La fiscal también le pregunta si está "obsesionado por el dinero". "Me considero un calzonazos en ese aspecto", responde el imputado, que da así a entender que la madre de los niños, Ruth Ortiz, tomaba las decisiones en el matrimonio.
La fiscal también le pregunta por su relación con las mujeres tras conocerse que el mismo día de la desaparición llamó a una amiga: "Soy coqueto con las mujeres. Y Ruth misma me ha criticado porque se me ponían a hablarme las cajeras", dice. "Yo a las mujeres siempre les diré cosas bonitas. Soy heterosexual, a ver si se enteran pronto. Y eso significa que me gustan las mujeres. A ver si voy a estar confundido", reflexiona Bretón, que sólo habla de sus hijos para insistir en que no conoce su paradero.
Uno de los encontronazos de Bretón con el magistrado se produce cuando Rodríguez Lainz le refiere las conversaciones con los policías que lo acompañaron antes de ser detenido: "Les dije que no sabía dónde estaban los niños. A veces las conversaciones eran de tontos", declara. "Siempre he contestado lo mismo, ya quisiera yo saberlo", testifica Bretón, que estuvo varias veces con los agentes en la localidad de Villafranca y en el pantano de Navallana. "Me dijeron que estaban ya hartos de ir a Villafranca. Por eso fuimos al otro sitio", cuenta Bretón, que sube el tono al hablar de la colaboración con los agentes. "Siempre les he dicho que estaba dispuesto a ayudarles -insiste-. He estado con ellos jornadas de 20 horas. He ido a pozos ciegos, les he dicho cómo desaguar la piscina...".
La conversación, tensa desde el principio, sube de tono cuando el magistrado le pregunta por la Ciudad de los Niños y por las reconstrucciones realizadas. El juez le pregunta si se tapó la cara para no ser reconocido en las grabaciones de seguridad. "Yo no me tengo que ocultar, voy a cara descubierta. Simplemente me estoy moviendo las gafas", le responde en tono elevado. Y luego arremete contra su investigación: "El camino que hicimos en la reconstrucción es verdad, pero el tiempo es una falsedad. Eso no va a cuadrar en la vida", dice Bretón, que llega a interrogar al juez. "¿Tan difícil es de creer?", le espeta. La respuesta del juez es clara: "Sí".
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